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Los derrames de petróleo en la Amazonía: una amenaza silenciosa para la salud de las comunidades indígenas

  • Andrea Huamani Cuña
  • 11 jun
  • 3 Min. de lectura

Una crisis medioambiental que ha derivado en un problema de salud pública amenaza las regiones de Amazonas, Loreto y San Martín.

Foto: Mongabay Latam
Foto: Mongabay Latam

Durante los meses de febrero y marzo del 2025 hubo continuos derrames de petróleo provenientes del Oleoducto Norperuano en diferentes comunidades amazónicas. Sin embargo, en los medios de comunicación poco se han abordado los impactos en la salud que tendrían los habitantes de estas regiones. El petróleo crudo contiene principalmente hidrocarburos de origen natural y diferentes cantidades de azufre, nitrógeno y metales pesados (plomo, cadmio, mercurio). Esto se traduce en riesgos severos para la salud de quienes dependen exclusivamente de los ríos para beber, cocinar, pescar y bañarse.


Las consecuencias son múltiples y a menudo invisibles en el corto plazo:

  • Problemas respiratorios y dérmicos: El contacto constante con agua contaminada por hidrocarburos genera irritaciones en la piel, erupciones, infecciones cutáneas y dermatitis, especialmente en niños y personas con defensas bajas. Además, la inhalación de vapores tóxicos provenientes de derrames recientes o de la quema inadecuada de residuos petroleros puede provocar tos persistente, bronquitis, dificultad respiratoria y agravamiento de enfermedades preexistentes como el asma. Según reportes de campo, mujeres que lavan ropa o recolectan agua en zonas contaminadas son particularmente vulnerables a estos daños dérmicos.

  • Enfermedades gastrointestinales: El consumo de agua o alimentos contaminados —especialmente peces, que bioacumulan metales pesados y compuestos derivados del petróleo— incrementa el riesgo de diarreas agudas, vómitos, cólicos y deshidratación, afectando sobre todo a niños y adultos mayores. A largo plazo, la ingestión repetida de estos contaminantes puede dañar el sistema digestivo, provocar alteraciones hepáticas y comprometer el metabolismo de nutrientes esenciales.

  • Afectaciones neurológicas y en el desarrollo infantil: La exposición crónica a metales pesados como plomo, cadmio y mercurio, presentes en el agua y los alimentos de las zonas afectadas, impacta gravemente el sistema nervioso central, especialmente en niños, cuyos cerebros están en pleno desarrollo. Esto puede traducirse en déficit cognitivo, menor coeficiente intelectual, dificultades de concentración, problemas de conducta, retraso en habilidades motoras y del lenguaje, así como trastornos de aprendizaje. En mujeres gestantes, esta exposición puede causar bajo peso al nacer y alteraciones en el desarrollo fetal.

  • Incremento de casos de cáncer: Diversas investigaciones en zonas petroleras de la Amazonía han registrado aumentos en la incidencia de cánceres gastrointestinales (como estómago e hígado) y cáncer de piel. Los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), presentes en el crudo derramado, son compuestos reconocidos por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) como potencialmente cancerígenos. La exposición prolongada a estos compuestos, tanto por ingestión como por contacto dérmico o inhalación, eleva el riesgo de mutaciones celulares y desarrollo de tumores malignos.


Caso Amazonas: 8 de febrero

En el kilómetro 376 del Tramo II del Oleoducto Norperuano, dentro de la comunidad Shawit, en el distrito de Santa María de Nieva, provincia de Condorcanqui, se derramaron alrededor de 800 barriles de petróleo en el río Nieva según el reporte de la OEFA. Producto de este suceso se vieron afectadas 700 familias de la comunidad awajún que habitaban en la zona, según información brindada a Mongabay Latam. Los líderes de la comunidad han denunciado que tanto cultivos como la fuente principal de hidratación se han contaminado y se encuentran en una situación crítica.



Foto: Radio Kampagkis
Foto: Radio Kampagkis

Un derecho vulnerado: acceso a agua segura y salud digna

Para los pueblos indígenas, el agua no es solo un recurso: es parte de su identidad, cultura y cosmovisión espiritual. Sin embargo, hoy muchas familias de comunidades como Cuninico, Nueva Andoas o Chapis deben decidir entre beber agua contaminada o padecer sed. A pesar de las sentencias judiciales y las promesas de remediación, el Estado no garantiza el acceso constante a agua potable ni atención médica especializada.

La exposición prolongada a contaminantes compromete no solo la salud física, sino también la seguridad alimentaria y la sostenibilidad de modos de vida ancestrales basados en la pesca, la caza y la agricultura.


¿Por qué esta crisis sigue invisible?

La falta de datos actualizados, la escasa presencia de personal de salud y la limitada cobertura mediática refuerzan la invisibilización de esta emergencia. Las comunidades reportan que muchas veces sus síntomas o diagnósticos no son debidamente registrados o relacionados con la contaminación petrolera, lo que impide exigir acciones correctivas o reparadoras con evidencia contundente.

Además, la fragmentación de responsabilidades entre empresas, Estado y gobiernos locales dilata las soluciones reales. Los derrames son atendidos con kits de emergencia o promesas de compensación económica insuficientes, mientras la salud de miles de personas se deteriora día a día.


Un problema que nos involucra a todos

La salud de las comunidades amazónicas no es un tema aislado: lo que ocurre en esta región afecta la biodiversidad, el clima y la estabilidad ecosistémica de todo el planeta. Por eso, entender y actuar ante las consecuencias de los derrames de petróleo no es solo un deber ético o de justicia ambiental; es una responsabilidad colectiva por nuestro futuro común.


Fuentes:


 
 
 

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